Es sentirse atrapada. Más.
Perder mi oasis. Eso es. Como dejar de tener el reducto donde respirar aire puro. Como que ya todo puede estar contaminado y envenenarte en cualquier momento.
Y asustarte el miedo. Ése que suelo defender no tener. No, cuando apuesto todo por algo. Sí cuando me dijeron que no había nada que apostar.
Hay que echarle un par. Y amarrar bien ese raciocinio que a ratos se pide vacaciones.
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