sábado, noviembre 3

Lumbre


Cenizas.

Eso es quizás lo que ha podido quedar de mi viaje al pueblo.

Mi pueblo en invierno huele a chimenea.

Es una sensación extraña... ese olor sólo gusta cuando estás allí. Al llegar a casa y deshacer la maleta, toda la ropa huele a lumbre. Y aquí no es un olor bonito.
También es extraño ir a la cama con bolsas de agua caliente. O dejar la ropa en la trébede para ponértela caliente.
He aprendido eso que dicen de que el pueblo es un mundo aparte.
Pero no lo comparto del todo.

He vivido situaciones esperadas pero indeseadas, inesperadas y sorprendentes, tensas, complicadas, difíciles.

Pero al menos he vuelto, para compensar un poco el no ir este verano.



Mi pueblo en invierno huele a chimenea. Huele a lumbre :)

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