Las inocentadas son para todos los días. Y ninguno.
No me gustan las bromas pesadas, y las no pesadas me quitan la gracia de un día que podía ser normal. Soy más de juegos de palabras, o de pegar monigotes en las espaldas como cuando era pequeña.
Inocentes somos todos cuando nos quitan la verdad; y aún con ella.
¿A los que no lo son los llaman incrédulos?
Prefiero ser inocente.
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