Ahora ya. Con una calma provocada con tila y glucosa en vena.
Es tan fácil que me arrebaten la calma que a veces pienso que no merece la pena en absoluto el arduo esfuerzo en conseguirla.
Y una vez más.
Porque la ves, y desaparece.
Porque una simple fotografía en un momento aparentemente fuerte puede hacerte constatar todo lo que ya no tienes y todo lo que significaba.
La panacea de lo imposible.
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