domingo, enero 4

Puedo estremecer con algunas caricias, aunque no todas lleven intrínseca la misma complicidad.
Te hablo, me haces reír. Fácil, sólo falta un cuándo. Decisión sin titubear. Me dices lo bonito que es, así, visto desde aquí, en blanco y negro. Respingonas. Con nada que sobre ni que falte. Las palmeritas con chocolate blanco. Sed. Hablamos y hablamos, sin solucionar nada, pero desterrando el miedo, siempre. Luego quizás seas la persona más miedosa, pero por lo pronto lo disimulas con cierta efusividad forzada. Te hablo de Miedo a volar. Ahora sé que seguro está en tu librería desde hace mucho tiempo, y no por ti.
Me pregunto si habría llegado hasta aquí si el saludo hubiera sido diferente. Me das la espalda, me abrazas. Para qué pensar, no hay absolutamente nada que pensar. Cuánta luz.
No parece mágico. Pero sustituye. Como el sexo al chocolate. O al revés.

No hay comentarios: