Quizás no sea tan difícil, ¿no?
Encontrarte la voz tras un hilo telefónico. Imaginar una de tus sonrisas cerca o uno de esos besos repentinos.
O recordar aquellas noches eternas en las que no amanecía nunca, en las que la noche y el día se unían sin parón de sábanas.
Lo bueno se hace esperar.
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