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Viajar a Italia.
Volver a coger un avión, esta vez más sola, y siempre pensando en ella.
Visitar Milán.
Encantarme Génova, con el puerto, las calles estrechas, la casa de Marco, la fiesta de noche.
Ir a Venecia, con lluvia, pero siempre distinta.
Verona, con el diluvio universal, pero con escritura incluída en las paredes y la verja de la casa de Julieta.
Bérgamo, con maleta, con gente encantadora que te presenta la ciudad.
El aeropuerto, con el italiano profesor de snow, con los gaditanos que te cuentan cosas que te hacen tener más ganas de viajar, de vida, de ser mochilero por unos días.
Soñar con Berlín, con fuerza mental para que la resolución de la beca sea: "concedida".
Echar de menos, y desear una escapada con alguien con quien no te lo imaginarías, pero te gustaría que estuviera allí o ir a cualquier otro sitio.

Maldito abril, que no me ha dejado estudiar pero me ha dado una felicidad que hacía tiempo que no tenía.