martes, noviembre 2

Psique

Hoy fue mi primer día de prácticas de Psiquiatría. Iba con relativo miedo a todas esas cosas que te imaginas poder ver en una consulta de un psiquiatra.

La primera paciente fue real como mi vida misma si alguna vez hubiera decidido contarle mis preocupaciones a un profesional y tan real como lo que me esperaba de la respuesta de la psiquiatra: nada. "Tómate esta medicación. No le des vueltas a la cabeza. Estas cosas cuestan un tiempo, pero vas a estar mejor".
Mientras, la chica, llorando. Y yo, callada, pensando si salir de la consulta corriendo cuando se fuera y decirle los principios primarios del protocolo de actuación con una persona de actitud inexplicable, luchando con mantener la entereza e intentar transmitir un: "te entiendo, pero no puedo abrir la boca". También pensaba si tanta pastilla era necesaria, y qué coño iba a pasar cuando la chica superara la ruptura con el sujeto en cuestión y apareciera el miedo a abandonar unas pastillas que la habían mantenido relativamente dentro de su propia vida.

Sin duda, fue una curiosa forma de empezar el día.
Después vinieron la mujer con alteraciones crónicas por consumo de cannabinoides y alcohol, el policía con un trastorno obsesivo que era un cielo muy consciente de su enfermedad y que intentaba por todos los medios superarlo y se sentía orgulloso con pequeños avances y otros tres más que no me suscitaron memoria para escribir aquí sobre ellos.


(Ójala pudiera decir algo bueno de la doctora... aparte de que le encante mi rasta).

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