lunes, septiembre 1

Nunca me enfadé... siempre fueron nervios, inquietud o malas sensaciones.
Nunca enfado ni exigencias contra lo que más quería, quien iluminaba mis luces y mis sombras. Ni en el principio del principio del fin.

Supongo que es difícil encontrar el término medio cuando nadie nace aprendido y sólo sabes lo que sientes pero no tienes ni idea de cómo actuar.

Todos cometemos errores... y pagamos por ellos. Pagamos internamente por ellos.

Pero en mi concepción de las cosas los errores se conocen, se enfrentan, se comparten, se perdonan... y en el mejor de los casos se olvidan. No hacen falta castigos. No hace falta desprecio. No hace falta desenterrar cosas que no ayudan para nada.
En el peor de los casos no se olvidan y estigmatizan... pero no desarraigan profundo para siempre.


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