domingo, septiembre 7

Que me duele... no te puedes imaginar hasta dónde.
Te envío abrazos encubiertos, porque sé que de otro modo no los querrías.
Sigo pensando en compartirte cada cosa bonita de mi día, cada buena noticia, cada vídeo divertido, cada escena que inspire ternura y haga mejor al ser humano. Estás en los sueños y en los desvelos. Y en las ganas de contarte todas las sensaciones a flor de piel con las cosas que me emocionan.

El no reconocerte me impide perder raciocinio. Y racionalmente te abrazaría y te diría que todo esto ha sido un mal sueño, que estos días no existieron y que me gustaría seguir viendo tu sonrisa ocular de vez en cuando.

La indiferencia y el desprecio hacen todo el resto que mi estómago conoce tan bien.

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