miércoles, diciembre 10

Hay recuerdos que se mantienen frescos en la memoria. Quizás de tanto revivirlos sin querer.
Como pasar la medianoche y desde el borde de tu ventana ver los tejados en una noche en la que el calor sigue manando del asfalto. Y que, concentrada en no sé qué, me abraces por detrás, me rodees la cintura y sienta que por fin no hay marcha atrás.

Aunque después esté llena de nada y vacía de todo.
Aunque poco a poco vaya faltando la memoria de todo lo demás... porque se nubla, se emborrona, se deja perder.
Aunque añore esas cuatro paredes que tanto me hacen contrariar.
Aunque... aunque no te lo merezcas. Ni siquiera hoy, ni ayer. Ni hace mucho tiempo.

Supongo que la frescura desaparece con el tiempo.

No hay comentarios: