viernes, julio 29

Narciso


Un hermoso joven que todos los días iba a contemplar su propia belleza en un lago. Estaba tan fascinado consigo mismo que un día se cayó dentro del lago y murió ahogado. En el lugar donde cayó nació una flor, a la que llamaron narciso.

Cuando Narciso murió, llegaron las Oréades (diosas del bosque) y vieron el lago transformado, de un lago de agua dulce que era, en un cántato de lágrimas saladas.

- ¿Por qué lloras? - le preguntaron las Oréades.
- Lloro por Narciso - contestó el lago.
- ¡Ah, no nos asombra que llores por Narciso! Al fin y al cabo, a pesar de que nosotras siempre corríamos tras él por el bosque, tú eras el único que tenía la oportunidad de contemplar de cerca su belleza.
- ¿Pero Narciso era bello? - preguntó el lago.
- ¿Quién sino tú podría saberlo? - respondieron, sorprendidas, las Oréades. En definitiva, era en tus márgenes donde él se inclinaba para contemplarse todos los días.

El lago permaneció en silencio unos instantes. Finalmente dijo:
- Yo lloro por Narciso porque cada vez que él se inclinaba sobre mi orilla yo podía ver, en el fondo de sus ojos, reflejada mi propia belleza.

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