viernes, marzo 17

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Ya no sé enfadarme. No sé sentirme enfadada, jodida o rabiada. Simplemente... dolida.
Sólo me duele, la pequeña parte que puede doler, porque en parte me lo esperaba, porque no es la primera vez, y porque las circunstancias te hacen ir dejando de depositar confianza y esperanzas en ciertas cosas. Y es lo que más me duele... la soberana decepción de tener que dejar de depositar esa confianza, que para mí es la confianza más importante del día a día, de todas las personas. Tienes que tener una ínfima porción para actuar, para saber que no te la van a jugar a cada paso, para cerciorarte de que no estás solo y para una vez que pides algo, será cumplido... a la primera, a la segunda... a la tercera quizás.

Y el quizás implica confianzasnodepositadas. Ójala algún día algo me haga cambiar de idea...

Puede ser que esté logrando un auto-control que nunca había pensado que lograría. Creo que sucede cuando ya no esperas nada más de alguna parte del mundo... y aparece doña indiferencia, paz, tranquilidad, y todo el tiempo del mundo para seguir esperando.

Qué irónico... el tiempo se agota.

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